
El frío empieza de a poquito a rozarnos los pies, sube por el cuerpo y nos da escalofríos. Hay veces que necesito demasiado tu calor, porque siento que estamos distintos y no podemos prescindir del encuentro. Regalame esos suspiros tan únicos, tan tuyos, y refugiémosnos en el silencio de la avenida cuando se hace de madrugada. Abrigame cuando todo se vuelva cruel y las paredes se derrumben, comunicándose con un exterior demasiado intolerable. Cuidame, simplemente eso, cuando al mirar por la ventana perciba que todo se torna pasajero y las ilusiones se vuelen, perdiéndose por los recovecos desconocidos. Dame la mano y regalame este otoño que puede ser muy nuestro, donde podemos empezar una historia que traspase las estaciones.
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